Centro de Diagnóstico y Tratamiento Endovascular

Neurorradiología intervencionista

La neurorradiología intervencionista realiza procedimientos diagnósticos y terapéuticos sobre el sistema nervioso central. De forma mínimamente invasiva, el especialista puede identificar y tratar diversas patologías y eventos, como aneursimas, malformaciones arteriovenosas y accidentes cerebrovasculares.

 

Patologías y tratamientos

Accidentes isquémicos agudos

El ACV isquémico ocurre cuando un vaso que irriga al cerebro resulta bloqueado, lo que impide que la sangre fluya. Esto lo puede producir un trombo (un coágulo que se forma dentro de un vaso sanguíneo) o un émbolo (un trombo que se desprende y viaja por el torrente sanguíneo). Los síntomas de un ACV dependen de qué parte del cerebro esté afectada, e incluyen: debilidad o parálisis en una mitad del cuerpo, confusión, pérdida de la visión en un ojo o visión doble, falta de equilibrio o problemas para caminar, y dolor de cabeza repentino e intenso. El paciente debe conseguir asistencia médica lo antes posible, ya que el tratamiento de reperfusión (un fármaco trombolítico para disolverlo) se puede realizar dentro de las primeras cuatro horas y media de iniciados los síntomas.

En los últimos años, se desarrolló una nueva técnica para el tratamiento de los ACV isquémicos, que consiste en la remoción mecánica del coágulo. Por vía endovascular, el especialista puede extraer el trombo, para restablecer el flujo. Este tratamiento puede realizarse de 6 a 8 ocho horas después de iniciados los síntomas, si no se consiguen los resultados esperados por vía farmacológica. Puede a veces asociarse a la trombolisis intravenosa o ser más flexible en los limites de tiempo, de acuerdo a la localización de la oclusión o la gravedad del paciente.

 

Aneurisma

El aneurisma cerebral es una dilatación anormal en la pared de una arteria del cerebro, que sobresale como un balón y se llena de sangre. La mayoría son de origen congénito, aunque también pueden tener otras causas, como traumatismos o infecciones. 

El aneurisma puede hacer presión sobre un nervio o tejido circundante, como también puede filtrar sangre o romperse, provocando una hemorragia cerebral. En general, esta patología no da síntomas hasta que el aneurisma se agranda o se rompe; cuando aparecen, incluyen dolor y cambios en la visión, dependiendo de la localización del aneurisma. Cuando se produce un sangrado, la persona puede sentir un dolor de cabeza intenso, visión doble, náuseas, vómitos, rigidez de la nuca o pérdida del conocimiento.

Mediante diversas técnicas, como angiografía, resonancia magnética y tomografía, se puede diagnosticar un aneurisma, conocer su locación, tamaño y características. Dependiendo de sus particularidades, se definirá el tratamiento, que puede ser por neurocirugía convencional o por técnicas endovasculares mínimamente invasivas.

La técnica endovascular consiste en introducir un microcatéter a través de las arterias, guíado por angiografía, hasta llegar al interior del aneurisma y ocluirlo. Usando un alambre guía, se colocan espirales de platino (coils) que bloquean la circulación, haciendo que la sangre coagule dentro del aneurisma. Este procedimiento se denomina embolización y puede realizarse en distintos tipos de aneurismas.

 

Malformaciones arteriovenosas

Las malformaciones arteriovenosas (MAV) son defectos congénitos del sistema circulatorio, que consisten en una alteración de los capilares que forman un ovillo o nido, con o sin conexión directa entre arterias y venas -llamadas fistulas-; las que se producen en el cerebro o en la médula espinal pueden tener graves efectos secundarios.

El tratamiento de las MAV pueden realizarse mediante radiocirugía, neurocirugía convencional o por vía endovascular. Cuando se tratan por cateterismo, se ocluyen las arterias que la nutren mediante la inyección de sustancias de tipo acrílico, que impiden la circulación de la sangre en su interior. Esta técnica, llamada embolización, es una alternativa a la cirugía convencional, y puede ser elegida según el tamaño y la ubicación de la MAV. En ocasiones se combinan ambos procedimientos, ya que la embolización reduce la vascularización y el tamaño de la MAV, simplificando la intervención quirúrgica.

 

Fístulas arteriovenosas

Las fístulas arteriovenosas son conexiones anormales entre una arteria y una vena. Pueden ser de origen congénito, adquirido o quirúrgico (creadas, por ejemplo, para diálisis). 

La sangre oxigenada circula a través las arterias hasta los capilares y vuelve al corazón por las venas. En una fístula, la sangre pasa de la arteria a la vena sin llegar a los capilares, lo cual puede tener riesgo de sangrado o afectar la irrigación de los tejidos de esa zona.

Las fístulas ubicadas en el cerebro o la médula espinal, cuando son sintomáticas o tienen riesgo de sangrado, deben ser tratadas. 

El tratamiento endovascular consiste en tapar la conexión -denominada “pie de vena”-, inyectando una sustancia o colocando un espiral (coil). Se realiza por vía percutánea, con microcatéter.

 

Epistaxis

El término “epistaxis” refiere a las hemorragias originadas en las fosas nasales. Si bien es una afección muy frecuente, cuando se producen grandes pérdidas de sangre puede requerir tratamiento intervencionista.

Por vía percutánea, el especialista puede realizar una embolización de las arterias esfenopalatinas: ingresa un microcatéter por los vasos sanguíneos hasta llegar a la nariz y coloca unas esferas para ocluir la arteria sangrante. Se trata de un procedimiento seguro, con una tasa de complicaciones y fracaso muy baja.

 

Tratamiento prequirúrgico de tumores 

La terapia endovascular también se utiliza para embolizar tumores benignos como meningiomas, glomus y angiofibromas, previo a su resección quirúrgica. Esta técnica los desvasculariza, disminuyendo su tamaño, facilitando así su extracción mediante cirugía y reduciendo la morbimortalidad de los pacientes. 

 

Test de Wada 

Esta prueba tiene como propósito estudiar la lateralización hemisférica en pacientes neuroquirúrgicos, especialmente antes de la cirugía de epilepsia. El objetivo es observar la función cognitiva de cada hemisferio, para prever posibles alteraciones posquirúrgicas. Se realiza por vía percutánea, administrando un barbitúrico mediante la arteria carótida, que inactiva o anestesia un hemisferio durante algunos minutos.

 

Preparación

La preparación para los procedimientos de Neurorradiología intervencionista varía según la técnica. Los estudios diagnósticos requieren un ayuno de 4 horas, ya que se suelen hacer con anestesia local. Previamente se le indicará estudios de sangre, así como cambios o suspensión de medicación anticoagulante o antiagregante.

Durante el estudio se le inyectará un líquido de contraste que contiene yodo, que permite visualizar los vasos. En caso de ser alérgico o haber tenido reacciones al contraste, al yodo, pescado o mariscos, infórmeselo al médico.

Por otra parte, los tratamientos endovasculares se hacen con supervisión anestésica y requieren un ayuno de 8 horas. Algunos procedimientos (como embolización de aneurismas o MAV) se realizan con anestesia general.

 

Recuperación y complicaciones

Luego de un estudio diagnóstico de neurorradiología, el paciente deberá permanecer en cama por unas 5 horas. Las complicaciones son raras; se producen en uno de cada 100.000 pacientes.

Para la recuperación de un tratamiento endovascular el paciente podrá permanecer en cuidados intensivos o intermedios por al menos 24 horas.

 Dentro de las patologías abordadas, las que tienen mayor riesgo de complicaciones son los aneurismas rotos o MAV (3%-4% de morbimortalidad), y los aneurismas complejos que requieren colocación de stent o diversores de flujo (6%).

Intervencionismo vascular periférico

El servicio de Intervencionismo vascular periférico realiza procedimientos sobre el sistema vascular arterial o venoso periférico, mediante cateterismo.

 

Angiografía

La angiografía es una técnica que consiste en la introducción de catéteres (sondas delgadas y flexibles) por los vasos sanguíneos, con el objetivo de estudiar su interior. Cuando se hace una evaluación de las arterias se llama arteriografía; puede realizarse en miembros superiores e inferiores, la aorta, así como los órganos irrigados por esta arteria.

En tanto, cuando se estudian las venas (de miembros o la cava) se denomina flebografía. También se puede hacer una fistulografía, para el estudio de trayectos que comunican arterias y venas, creados de forma natural o artificial.

 

Angioplastia

La angioplastia es un procedimiento terapéutico que sirve para dilatar y desobstruir vasos sanguíneos. Se realiza mediante cateterismo, y se coloca un pequeño balón inflable en la sección obstruida; al ser inflado, dilata la pared de la arteria, permitiendo que la sangre circule con normalidad.

En Intervencionismo vascular periférico, esta técnica se usa para tratar ejes arteriales de los miembros, de los vasos cervicales y de los vasos viscerales, así como ejes venosos y fístulas arteriovenosas de hemodiálisis.

Dependiendo del contexto clínico del paciente, en ocasiones también se implanta un stent, que es un pequeño tubo de malla de metal que se expande dentro de la arteria e impide que se estreche nuevamente.

 

Embolización

La embolización es un procedimiento terapéutico mediante el cual se ocluye un vaso sanguíneo para interrumpir el riego sanguíneo a una parte del cuerpo. Esto se puede hacer para tratar una malformación arteriovenosa, un aneurisma periférico, fístulas arteriovenosas o patologías de las venas abdominopélvicas. Para ocluir el vaso, el especialista puede utilizar distintos productos, como partículas plásticas pequeñas, goma, espirales metálicos o espuma.

 

Endoprótesis aórtica

La aorta es la principal arteria del cuerpo, encargada de transportar la sangre desde el corazón al resto del organismo. Está compuesta por tres secciones: ascendente (la primera porción, que conecta con el corazón), el cayado aórtico (que es la parte media, curva de la cual salen los vasos hacia los miembros superiores, el cuello y la cabeza) y descendente, subdividida en torácica y abdominal, ya que baja por el tórax hasta el abdomen.  

El aneurisma de la aorta es una dilatación de una parte de esa arteria, provocada por una debilidad en la pared del vaso sanguíneo y puede responder a diversas causas. Al ensancharse, puede comprimir otras estructuras o romperse.

La incidencia de esta patología es de 36 casos cada 100.000 habitantes, y el riesgo aumenta entre los 60 y 80 años de edad al 5%.

El aneurisma se puede tratar mediante cirugía abierta convencional o por vía endovascular con endoprótesis. 

La endoprótesis consiste en un esqueleto metálico (stent) cubierto de una tela sintética. Es una opción menos invasiva, en la cual el especialista, por vía de pequeños abordajes quirúrgicos o percutáneos de las arterias femorales en las ingles, introduce una endoprótesis con el objetivo de eliminar el aneurisma.

 

Preparación

La preparación y evaluaciones previas requeridas dependen de la complejidad del procedimiento a realizar.

Siempre debe evaluar la función del riñón para minimizar los potenciales riesgos del uso de contrastes vasculares. También se realiza una valoración básica de la coagulación, de otros parámetros humorales, según la patología tratada, y antecedentes de alergias.

La gran mayoría de los procedimientos se realiza con anestesia local, a veces con ayuda de una sedación mínima para mejorar el confort del paciente.

Por otra parte, los procedimientos más complejos requieren anestesia regional o general a cargo de anestesiólogos experimentados en este tipo de técnicas.

 

Recuperación y complicaciones

La recuperación de estos procedimientos -si bien varía con la patología, técnica empleada y tipo de anestesia- es habitualmente rápida y con muy bajo índice de molestias. Estas últimas suelen estar asociadas a los sitios de entrada de los catéteres.

Los riesgos y eventuales complicaciones, aunque poco frecuentes, se relacionan con potenciales efectos adversos por el uso de contrastes (alergia y daño renal) y a los sitios de acceso vascular, donde se deben contemplar las posibilidades de sangrados, hematomas y lesiones del vaso abordado. 

Por otra parte, existen riesgos específicos a la patología a tratar y a la complejidad del procedimiento realizado, que son debidamente informados por el especialista que realizará el procedimiento.

Radiología intervencionista

La Radiología intervencionista permite el estudio y tratamiento por vía endovascular de distintas afecciones. 

 

Patologías y tratamientos

 

Hiperplasia prostática benigna

La hiperplasia prostática benigna es una afección muy frecuente en los hombres mayores de 50 años de edad. El agrandamiento de esta glándula puede provocar diversos síntomas, como dificultad para orinar, necesidad de orinar frecuentemente y flujo de orina débil, entre otros.

La embolización prostática es una técnica realizada por radiólogos intervencionistas y urólogos, y consiste en introducir un catéter por la arteria femoral, guiado por angiografía, para ocluir con microesferas las arterias que llegan a esta glándula y así reducir su tamaño. 

Este tratamiento es una alternativa cuando la medicación oral ya no surte efecto sobre la afección y el paciente no puede o no desea someterse a una cirugía convencional. 

Se trata de una técnica mínimamente invasiva, que se realiza con anestesia local y permite el alta a las 4 o 6 horas, así como retomar la vida normal al día siguiente. Entre sus principales beneficios, se destaca que no tiene efectos secundarios debilitantes, como impotencia e incontinencia urinaria.

 

Hemorragias

Diversos tipos de sangrados pueden tratarse por vía endovascular: una técnica mínimamente invasiva, efectiva y segura. Por vía percutánea, el especialistas introduce un catéter hasta el órgano sangrante y emboliza los vasos con microesferas calibradas u otros materiales. Este procedimiento puede aplicarse tanto para hemoptisis (expectoración de sangre proveniente de los pulmones o los bronquios), y en casos seleccionados para hemorragias digestivas, hematuria (sangre en la orina), prostáticas o del posparto.

 

Tumores benignos y malignos

La Radiología intervencionista permite tratar tumores benignos y malignos, de manera percutánea. El procedimiento consiste en bloquear el flujo de sangre al tumor (embolización), para detener su crecimiento o detener hemorragias intratumorales. Esta técnica puede ser aplicada como tratamiento único en casos seleccionados o previo a una cirugía, con el objetivo de reducir su tamaño y facilitar su resección.

  • Miomatosis uterina

Los miomas o fibromas uterinos son tumores benignos que crecen en la pared del útero; cuando estos crecen y son sintomáticos deben ser tratados. Tradicionalmente el abordaje se ha hecho por cirugía convencional. Pero en los últimos años ha cobrado relevancia el tratamiento endovascular, por ser menos invasivo y dar muy buenos resultados. Éste consiste en bloquear el flujo sanguíneo, embolizando los vasos que lo nutren. De esta manera se desvasculariza al mioma, logrando una gradual disminución de su tamaño, lo cual reduce los síntomas.

  • Hepatocarcinomas

Los tumores malignos en el hígado también pueden ser tratados por vía endovascular. Mediante cateterismo, el especialista llega a la arteria hepática, para inyectar una agente citostático directamente sobre le tumor. Luego, realiza una embolización, con el objetivo de bloquear el suministro sanguíneo al carcinoma. De esta forma, la medicación queda concentrada en el tumor, logrando un mayor efecto y evitando las repercusiones en el resto del organismo. 

 

Aneurismas vasculares periféricos

Un aneurisma es una dilatación anormal en la pared de una arteria, que sobresale como un balón y se llena de sangre. Puede presentarse en el cerebro o en la aorta, pero también en vasos sanguíneos de otras zonas del cuerpo, como los brazos o las piernas. El tratamiento endovascular consiste en introducir un microcatéter a través de las arterias, guíado por angiografía, hasta llegar al interior del aneurisma y ocluirlo con espirales de platino (coils) que bloquean la circulación. Este procedimiento se denomina embolización y hace que la sangre coagule dentro del aneurisma.

 

Malformaciones vasculares periféricas

Las malformaciones vasculares periféricas (MVP) son defectos congénitos del sistema circulatorio, que consisten en una alteración de los capilares que forman un ovillo, con o sin conexión directa entre arterias y venas. En función de la extensión, localización y el tipo de MVP, se puede optar por el tratamiento endovascular. Mediante cateterismo, el especialista ocluye las arterias que la nutren mediante la inyección de sustancias de tipo acrílico, que impiden la circulación de la sangre en su interior, logrando la reducción de su volumen.

Por otra parte, las malformaciones arteriovenosas pulmonares (MAVP) son comunicaciones anormales congénitas entre arterias y venas. Según su tamaño, características y ubicación, algunas se pueden tratar por vía percutánea: mediante cateterismo, se llega a la malformación y se emboliza utilizando espirales (coils) o tapones vasculares Amplatzer para excluir la comunicación patológica. Se trata de un procedimiento mínimamente invasivo, que tiene una baja recurrencia y morbimortalidad.

 

Lesiones vasculares traumáticas

Históricamente, las lesiones traumáticas en los vasos sanguíneos se han tratado mediante cirugía. Sin embargo, en los últimos años cobró relevancia el tratamiento endovascular, por ser efectivo y mínimamente invasivo. Los procedimientos varían según el tipo de lesión y localización, y pueden incluir el implante de una endoprótesis o la embolización con espirales (coils).

 

Preparación

Previo a la realización de los procedimientos debe evaluarse la función renal y la coagulación en todos los pacientes. Se solicitarán exámenes de laboratorio para evaluar estas funciones y en aquellos casos que así lo requiera se tomarán medidas para la corrección de los valores que se encuentren alterados.

En todos los pacientes -y fundamentalmente en aquellos que tengan un mayor riesgo de presentar alteraciones- se tomarán medidas preventivas, realizando una adecuada hidratación los días previos. Son de mayor riesgo los pacientes diabéticos, con insuficiencia renal previa y los pacientes con mieloma múltiple.

Se debe informar si tienen antecedentes alérgicos, especialmente si han presentado episodios de reacciones adversas a medicamentos o medios de contraste.

Los procedimientos se realizan con anestesia local y sedación -o eventualmente con anestesia general-, por lo cual se requiere un ayuno previo de 8 horas.

Todos los pacientes reciben información acerca del procedimiento y el motivo del mismo, los resultados esperados, las posibles alternativas terapéuticas y los posibles riesgos. Todos lo procedimientos requieren del consentimiento informado realizado por el paciente.

 

Recuperación

Luego de realizado el procedimiento, los pacientes quedan internados por un tiempo variable, que habitualmente es de 24 a 48 horas.

Durante las primeras 6 horas, todos los paciente permanecen en reposo absoluto con una cura compresiva a nivel de la zona de punción, que habitualmente es a nivel de la arteria femoral.

Se realizan controles de presión arterial e hidratación por vía oral e intravenosa para preservar la función renal. 

Se realiza analgesia en los casos que así lo requieran.

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